miércoles, 29 de enero de 2014

La retención placentaria como afección reproductiva en rebaños de carne y leche

La retención placentaria ocurre cuando la vaca en un lapso de 12 a 24 horas después de haber expulsado el feto aún no ha desprendido su membrana placentaria. La incidencia de está patología oscila entre un 5% y un 10% de los partos, dicha afección se puede ver complicada por infecciones en el aparato reproductor que afecta drásticamente la eficiencia reproductiva en rebaños de carne y leche.

Su etiología es variada, pues, pueden estar involucrados muchos factores como: desprendimiento desordenado de los cotiledones fetales, nutrición inadecuada, complicaciones al momento del parto, edad del animal, deficiencias hormonales y las enfermedades infectocontagiosas (Brucelosis, Leptospirosis, Rinotraqueítis Infecciosa Bovina, Diarrea Viral Bovina).

Dentro del tratamiento debemos considerar el establecimiento de programas preventivos que incluyen: suplementos minerales (Vitamina A, Vitamina E, Selenio), capacitación del personal que atiende el rebaño para solucionar el problema, lavados uterinos con antibióticos, administración de antibiótico vía parenteral y control preventivo a través de vacunaciones que deben estar bajo la responsabilidad del médico veterinario. 

 

Como obtener por mejoramiento genético vacas productoras de leche y el levante de becerros

El sistema doble propósito viene dado por la leche producida y el levante del becerro. La alimentación viene dada por pastos cultivados, fertilizantes, con o sin riego, uso de subproductos agroindustriales, así como también, suplementación mineral. La meta para este rebaño es incrementar el número de pariciones anuales, aumentar el número de litros de leche por vaca/año y que los becerros alcance el peso óptimo a los tres años de edad.

Uno de los caminos para la producción de vaca lechera es el cruce alterno, que consiste en tomar las vacas originales del rebaño, éstas poseen pocos genes de raza lechera, son apareadas con toros Holstein. Las hembras obtenidas se cruzan con toros razas Cebú, de esta forma, se continúa con el sistema alternando la raza del toro en cada generación.

El toro es fundamental para la mejora genética del rebaño y la razón es el mayor número de hijos por año que el toro puede tener. Debe consolidar la capacidad productiva y reproductiva. El toro debe poseer 50% Holstein-50% Cebú siendo fácil de satisfacer con inseminación de vacas Cebú con semen de toros Holstein de probado valor genético superior para producción de leche y crecimiento de los terneros.

 

La Fiebre Aftosa como enfermedad causante de grandes pérdidas económicas en especies de producción

Es una enfermedad infecciosa de origen viral, con alta distribución, aguda y afecta un alto número de animales susceptibles (ganado bovino y otras especies de producción). Los efectos devastadores son tanto en la ganadería (pérdida en la producción de leche y disminución del peso) como en el comercio exterior de dichos animales, productos o subproductos. La presentación de la enfermedad se manifiesta mediante focos esporádicos.

En los animales afectados se puede observar decaimiento, fiebre alta, vesículas o lesiones en boca, patas y pezones. Las vesículas de la boca producen gran salivación lo cual impide al animal alimentarse y en las patas provoca dolor y cojera. Algunos terneros presentan enfermedad cardíaca. La muerte sucede entre 12-24 horas post-caída, sin embargo, algunos animales sobreviven. 

El contagio es: contacto de animales enfermos con los sanos, vehículos y objetos contaminados con el virus, subproductos contaminados (carne, leche, cuero) y personas en contacto con animales enfermos. La prevención se realiza con la vacunación de la totalidad del ganado; en los períodos establecidos por los organismos oficiales y ante sospecha de animal enfermo comunicarlo a la brevedad posible a las autoridades competentes.

 

Condición corporal de la vaca como factor determinante en la producción y reproducción

La mayor cantidad de vacas preñadas en una finca trae como beneficio producir más terneros por hectárea y por año generando buenos ingresos económicos. Una herramienta que permite evaluar es la condición corporal de la vaca, que será apreciada mediante la observación de la energía almacenada en forma de grasa/músculo, y la palpación de determinadas áreas del cuerpo del animal.

Cuando se presentan fallas reproductivas se correlaciona con una deficiente nutrición básicamente energética. Es por ello, que si las vacas preñadas no tienen suficiente reserva corporal no entrarán en celo ni dispondrán de energía para mantener el feto y la cantidad de leche que requiere. Para evitar lo anteriormente expuesto, se debe garantizar la nutrición durante un lapso de 50-60 días previos al parto.

Se utiliza una escala de medida (sistema americano), con rangos que abarcan del 1 al 9; correspondiendo al 1-2-3 a vacas flacas equivale a una condición corporal mala; el grado 4, a vacas limite o condición corporal regular; los rangos 5-6-7, se clasifican como óptimas, es decir, condición corporal buena; 8 es una vaca gorda y la condición corporal es obesa y 9 es una vaca engrasada en exceso y la condición corporal es muy obesa. 



Las neumonías responsables de muertes en becerros recién nacidos

El sistema de engorde intensivo en una explotación ganadera produce hacinamiento de los animales por hectárea; específicamente en las vacas, lo cual ha generado mayor presencia de enfermedades. Entre ellas encontramos, neumonías en becerros causantes de muertes en sus primeros días de vida, impidiendo el destete y su peso óptimo, fundamental para la producción de leche y carne.

Las neumonías son un conjunto de enfermedades respiratorias que afectan a los terneros jóvenes en crecimiento; causadas por bacterias y virus que alteran el sistema inmune, desarrollándose la enfermedad y ocasionando la muerte de los mismos. El contagio se produce por inhalación de gotas infectadas, expulsadas por la tos del ternero enfermo. Los síntomas son: depresión, fiebre, tos, decaimiento, disnea, secreciones, lagrimeo y muerte.

El tratamiento se basa en el uso de antibióticos y antiinflamatorios. Es importante que los animales hayan sido desparasitados. La mejor manera de controlar dicha enfermedad es a través de un buen manejo e inmunización apropiada; siendo programada, supervisada e indicada por un médico veterinario. Se destaca que el aspecto nutricional y ambiental, deben incorporarse al control.